Muchas mitologías antiguas contienen historias de semidioses, gigantes y una catastrófica inundación. Por ejemplo, la epopeya acadia de Gilgamés menciona un diluvio, un barco y sobrevivientes, y describe a Gilgamés como un semidiós violento y lujurioso. La mitología azteca habla de un mundo antiguo habitado por gigantes y de un gran diluvio. Las sagas escandinavas cuentan la historia de una raza de gigantes y de un sabio llamado Bergelmir, que logró sobrevivir con su mujer en un gran bote que había construido. El testimonio conjunto de estas leyendas corrobora lo que la Biblia dice: que la humanidad desciende de los sobrevivientes de un diluvio que anegó un malvado mundo antiguo.
En la teología griega, egipcia, ugarítica, hurrita y mesopotámica, eran comunes las leyendas sobre las relaciones amorosas que mantenían los dioses con algunos seres humanos, así como las de los “héroes” o “semidioses” que nacían fruto de tales uniones. Los dioses de la mitología griega tenían apariencia humana y una sublime belleza. Comían, bebían, dormían, mantenían relaciones sexuales, discutían, peleaban, seducían y violaban. Aunque se les consideraba santos, engañaban y mataban. Se dice que los héroes, como Aquiles, tenían ascendencia humana y divina, y contaban con un poder sobrehumano, aunque no con inmortalidad. De modo que lo que dice Génesis sobre los nefilim arroja luz sobre el posible, o incluso probable, origen de tales mitos.
En la teología griega, egipcia, ugarítica, hurrita y mesopotámica, eran comunes las leyendas sobre las relaciones amorosas que mantenían los dioses con algunos seres humanos, así como las de los “héroes” o “semidioses” que nacían fruto de tales uniones. Los dioses de la mitología griega tenían apariencia humana y una sublime belleza. Comían, bebían, dormían, mantenían relaciones sexuales, discutían, peleaban, seducían y violaban. Aunque se les consideraba santos, engañaban y mataban. Se dice que los héroes, como Aquiles, tenían ascendencia humana y divina, y contaban con un poder sobrehumano, aunque no con inmortalidad. De modo que lo que dice Génesis sobre los nefilim arroja luz sobre el posible, o incluso probable, origen de tales mitos.